El T’alkú de la Tía Juana

Por: Rafael Mis Cobá

Cuidado con el bitoque

Desesperado por la idiota sugerencia que dio Trump de que inyectar desinfectantes en el cuerpo humano podría ser una posible solución para matar al coronavirus, el sobrino cabezón viajó raudo y veloz a Chikindzonot para advertirle a su linda Tía Juanita que no hiciera caso a tan estúpido planteamiento.

Sabedor que su “t’int’inkí” pariente tiene debajo su batea cantidad suficiente de polegía para blanquear los calzoncillos “p’iteados” del tío Chupi, así como varios pomos de cloro por si la rajita de canela no se disipa, el cabeza de “lec” temía que su adorable pariente pudiera utilizar esos productos para seguir los consejos del “sataól” inquilino de la Casa Blanca.

Su preocupación mayor era que la tía Juanita pudiera aplicarle al pobre tío Chupi esos desinfectantes si lo viera con tan solo un ataque de “xt’ujú”, y no precisamente mediante una inyección, sino a través del bitoque que utiliza para el lavado de estómago.

La desesperación del travieso sobrino se hizo mayor al llegar al lindo poblado y no poder ingresar, debido a que los vecinos cerraron el acceso con piedras y troncos para evitar el ingreso de “extraños” como medida de prevención para evitar contagios por el “xlá” coronavirus.

El pobre sobrinín tuvo que explicar a los vigilantes que el artículo 11 constitucional  garantiza el libre tránsito en territorio mexicano y como no le hacían caso y lo tiraban a loco, tuvo que sacar su acordeón de su bolsa para leerles textualmente ese apartado de nuestra Carta Magna: “Toda persona tiene derecho para entrar en la República, salir de ella, viajar por su territorio y mudar de residencia, sin necesidad de carta de seguridad, pasaporte, salvoconducto u otros requisitos semejantes”.

–“Maare”, este cabezón si sabe, dijeron los campiranos y lo dejaron pasar.

 –Tiíta linda, qué bueno que te encuentro sana y salva.

–“Mejenkizín” sobrino, qué haces fuera de tu casa, no ves que estamos en cincuentena.

–Cuarentena dirás, tía.

–Cincuentena, sobrino, ya llevamos más de 50 días confinados y esto va “pa” largo todavía.

–“Uay”, es cierto, titíta, pero debemos seguir cuidándonos todos.

–Por eso no debes salir de tu casa, “mejenkizín”, al menos que requieras hacer algo urgente.

–La urgencia me trajo acá, tía, vine a pedirte que tomes en serio la sugerencia de Trump.

–¿Te refieres a la propuesta que hizo de inyectar desinfectantes a las personas contagiadas para eliminar el Covid-19?

–Claro, tía, y también dijo que si te introducen por algún orificio rayos ultravioleta puede ser otra solución para darle “flit” al coronavirus.

–Sobrino, el huero oxigenado está “sataól”.

–Pero mucha gente le creyó.

–¿Cómo va a ser, sobrino?

–Aunque no lo crees mesticita. A pocas horas de lo declarado por Trump, el Centro de Control de Envenenamientos de Nueva York recibió más de 30 llamadas relacionadas con la exposición a lejía, el desinfectante Lysol y otros productos de limpieza.

–“Uay”, sobrino.

–Y eso es que la comunidad científica alertó a los estadounidenses de que no hicieran caso a lo dicho por el güero e incluso, los fabricantes de desinfectantes usados en millones de hogares, sobre todo en este período de pandemia, también emitieron comunicados para asegurar que sus productos no deben ser inyectados.

–¿Hasta eso ocasionó Donald?

–Tía, con decirte que  la compañía británica que fabrica el desinfectante hogareño Lysol, informó que sus productos no deben ser ingeridos o inyectados. A través de medios expusieron lo siguiente: “Como líderes globales en productos de higiene y para la salud debemos dejar en claro que, bajo ninguna circunstancia, nuestros productos desinfectantes han de administrarse adentro del cuerpo humano (sea por inyección, ingestión o cualquier otra ruta”.

–¿Y qué ha dicho Trump sobre eso?

–Justificó que no lo dijo en serio y que fue solo “sarcasmo”.

–“Maare, sobrino, de plano que el “ch’el” está mal del coco.

–Por eso vine a advertirte, tía, por si las moscas te confundía.

–No te preocupes, sobrino, que yo tengo mejores métodos de prevención.

–¡Tía, dime la receta!

–Mascas dos cabezas de ajo y santa medida de protección.

–¿El ajo te protege como una vacuna?

–No “mejenkizín”, pero nadie se te acerca por el olor y así mantienes la sana distancia sin mayor esfuerzo.

–Hablo en serio, tía, no metas relajo.

–Los que están metiendo relajo, sobrino, son Renán y Mau.

–Lo dices por la competencia de bigotes y barbas.

–Exacto, sobrinín.

–Bueno, ellos siempre han buscado competir en todo.

–Dame ejemplos.

–Pues siempre están compitiendo para ver quién tiene más seguidores en las redes sociales, quién tiene la mejor sonrisa, quién viste mejor, quién recibe más aplausos y hasta quién viaja más al extranjero.

-Checa este video, esta interesante-

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