De la redacción/OGY: Mérida, 27 de julio de 2022-.
La posibilidad de que las grandes granjas porcícolas contaminen el medio ambiente son mínimas debido a que cuentan con una alta capacidad de financiamiento que les permite contar con la infraestructura adecuada y cumplir con todas las normas ambientales establecidas, a diferencia de las granjas pequeñas que, por sus propias condiciones, sí representan un riesgo mayor de dañar el entorno natural, aseguró el presidente de la Asociación Ganadera Local de Porcicultores de Mérida, Carlos Ramayo Navarrete.
En ese sentido, el dirigente de la agrupación que afilia a 120 productores en Yucatán y trabaja con un total de 394 granjas, consideró sin sustento e injustas las manifestaciones en contra de las grandes granjas que realizan agrupaciones ambientalistas, ya que, reiteró, no tienen pruebas que avalen sus denuncias y sus críticas se basan en generalidades.
“Para acusar hay que presentar pruebas y no solo criticar de dientes para afuera”, sostuvo.
Lamentó que la intervención de esas agrupaciones que dicen defender el medio ambiente confundan a la población y hasta generen enfrentamientos y división, como sucede, por ejemplo, en Sitilpech, donde se oponen al funcionamiento de una granja de Kekén, cuando esta planta sí cumple con la normatividad establecida en materia legal, de sanidad y medio ambiental.
(Hay que hacer notar que entre las personas que encabezan a los “ambientalistas” en Sitilpech destaca Jesús Ariel Uc Ortega, alias “El Plomo”, quien es propietario de una granja clandestina de cerdos ubicada a cuatro esquinas de la plaza y a dos del Centro de Salud de la población, cuyo funcionamiento constituye un foco de contaminación, según han denunciado vecinos de la comisaría, tal como publicaron los periódicos digitales El Observador Gráfico Yucatán y Mis-Noticias en visita a la comunidad y en entrevistas con pobladores).
En estas imágenes de granjas de traspatio, son las que crean la contaminación a la población y al medio ambiente, según han denunciado vecinos de la comisaría de Sitilpech, tal como publicaron oportunamente El Observador Gráfico Yucatán y Mis-Noticias, en visita a la comunidad y en entrevistas con pobladores).
Ramayo Navarrete remarcó que las granjas grandes y medianas llevan a cabo una modernización continua para cuidar el medio ambiente y la sustentabilidad, proceso en el que colaboran instituciones de investigación y académicas como la UNAM, la UADY, Conagua, Conacyt e IPN, además de que reciben verificaciones y supervisiones de otras dependencias como la Sagarpa a través del Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria.
“Las grandes granjas son las que sí cumplen con los requisitos que exigen las dependencias para que funcionen dentro del marco legal y ambiental, lo que no sucede con las pequeñas granjas porque son antiguas y carecen de los recursos económicos para que se modernicen, y por lo tanto sí tienen mayor riesgo de que contaminen”, sostuvo.
Tratamos de estar siempre en orden –continuó–, y cuando algo falta por hacer o está fuera de la normatividad lo corregimos; es un trabajo y responsabilidad continua, es algo que hacemos todos los días.
De igual forma, hizo notar que las medianas y grandes granjas siempre han sido solidarias con la población y citó como ejemplo que, en lo agudo de la pandemia, colaboraron con varios municipios para apoyar a cientos de familias. Mencionó el caso específico de Kekén, que dispone de programas educativos, culturales y sociales en comunidades y zonas donde tiene sus granjas.
Ramayo Navarrete observó que las pequeñas granjas han operado por muchos años sin cumplir con todas las normas y las autoridades lo saben. Agregó que precisamente para que se modernicen se dispusieron hace algún tiempo por parte de los gobiernos federal y estatal la entrega de 240 biodigestores y otros elementos.
Recordó que la mayoría de esas pequeñas granjas en el Estado surgieron después de que colapsó la actividad henequenera, e incluso, fomentadas por instituciones oficiales como el Banrural.
–Nosotros no queremos que desaparezcan porque forman parte de la economía del estado, pero sí que se modernicen y cumplan con todas las normas que exigen las dependencias que regulan la actividad, estableció.
Ramayo Navarrete dijo que desde la Asociación que dirige se trabaja para orientar y apoyar a ese tipo de granjas, porque el objetivo y la responsabilidad es que funcionen dentro del marco legal, pero, sobre todo, evitar que se afecte el medio ambiente.
Finalmente reiteró que las críticas y movimientos ambientalistas en contra de las granjas grandes en Yucatán parecen tener otro interés ajeno a la defensa del entorno natural, y lo más lamentable es que generan desinformación y confusión.
“Nosotros no queremos enfrentamientos con nadie y lo único que pedimos es respeto, y sí hay denuncias o incumplimientos de normas que se presenten las pruebas fehacientes”, acotó…(OGY)
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